Esa tarde él no lo esperaba
en el frío y lluvioso devenir
habituados transeúntes de miradas
no dejaban de congelarse en sus ojos
Una anacrusa de estruendo femíneo
precedió al accidente amor tal
tibio y sin anunciarse
el bálsamo amarró su cuerpo
al rocío del alba final
Traspasada mujer, casi una estocada
desapareció dentro suyo fugaz
velo caído en fuga desde un puente
al amoratado río de su sangre
Fue un salto audaz y certero
en su vacío y viejo aislamiento
el que encendió un rito de primavera
al correr el riesgo de tropezar.
"...exorcizamos una fealdad mucho más profunda que nos atormenta, nos aterroriza y quisieramos desesperadamente ignorar, fingiendo que todo es mero fingimiento" Umberto Eco
domingo, 3 de agosto de 2025
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