Un viento huracanado
azotó la casa marcada
perforaron agujeros
carne, alma, rabia y dolor
las ánimas huyeron antes
que los osos hambrientos
gusanos de herrumbre
molinos con garras
sonrieran de ira
La casa aún persiste
en un negro almanaque
pero el olvido otro cubrió
con su manto de espanto
las piezas del rompecabezas
A él lo olvidaron
solo y hambriento
quedó dormido manso
sobre el marcial despojo
Hoy ya no duerme
lo abraza el silencio
y más silencio lo aturde
desde entonces.
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