Nietzsche vivía en Turín
una mañana encontró a un cochero
golpeando fuertemente a su caballo
el animal exhausto no tenía ya fuerzas
el látigo restallaba contra él
aterrado recriminó al cochero
se acercó al caballo que se había desplomado
y lo abrazó
luego echó a llorar
mientras le murmuraba al oído
palabras que nadie escuchó.
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