La noche quebró con su llegada
Un viajero del tiempo esmaltado sepia
Descendió del tren fantasma de la historia
Rápidamente bajó su viejo sillón
Y sentándose en él, comenzó su balbuceo
Inundaciones, tierras agrietadas y secas,
Cielos enfermos sin aves, todo replegado
A un pasado de supernovas y negros agujeros
Narró el diario de los apestados sobrevivientes
De las tierras abiertas y fosas abismales
Parsimonioso y frío, entallado de hielo
Parecía no tener sangre ni nervio alguno
Y así prosiguió durante esa eternidad
Tan loco, tan tonto que apenas notó
Que nadie nunca iba a escucharlo
Pues nada había en esa fallida estación
Nada más que su cegado deseo de hablar
Allí sentado y solo, cubierto de olvido
En la vacua y profunda soledad del tiempo.
"...exorcizamos una fealdad mucho más profunda que nos atormenta, nos aterroriza y quisieramos desesperadamente ignorar, fingiendo que todo es mero fingimiento" Umberto Eco
miércoles, 21 de mayo de 2025
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