Sacudido y embotado giró su cabeza
Pero su soñar estaba allí, callado
Como caballo arriba de un techo
Cerró los ojos y volvió a verlo
¿Qué hacía allí junto a ese esperpento?
Lo miró desde el suelo pantanoso
Sin emitir nada más que un espeso miedo
Silencioso, el guardián de todos sus temores
Parado frente a él, sonreía con mueca bestial
Parecía señalarle un camino al despertar
Lo inundó el aroma agrio del lugar
La náusea de ver su locura vomitada
No aprendería jamás a esfumar los engaños
De su propia demencia, cúmulo de trampas
Fajado con alambre de púas y llantos
Hasta allí llegó su ilusión de fullero
Mejor, pensó, cerrar los ojos y volver a soñar
Tal vez lo pudiera montar y domarlo
Soñó nuevamente y la pavura desapareció
En una cálida noche sin estrellas ni polvo
Plácido en el devaneo de sus nervios chatos
Creyó oír que golpeaban nuevamente la puerta
Quizás fuera mejor no volver abrir.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Dejá tu opinión